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El desempeño ocupacional en la escuela


La autorregulación es la habilidad que nos permite analizar las situaciones y ser capaces de llevar a cabo respuestas que sean adecuadas y adaptativas. La importancia que tiene ser capaz de estar regulado es que podremos adaptarnos mejor al medio: atender, estar con otras personas, hacer una tarea, comer el bocadillo… con un nivel de alerta adecuado para todo ello. Para Whitman, citado por Ruiz y Julio (2013) la autorregulación consiste en:

“Un sistema complejo de respuestas que permiten al individuo analizar los contextos y el repertorio de respuestas con las que hacer frente a los ambientes, con el fin de decidir lo que debe hacer, hacerlo, evaluar las consecuencias que se desprenden de sus actos y replantearse sus puntos de vista, si fuese necesario”.

En ocasiones a nuestros alumnos/as, usuarios/as, hijos/as les cuesta mantener un nivel de alerta adecuado para poder prestar atención y rendir en las tareas académicas. Hay niños con perfiles sensoriales que tienen la necesidad tener mucho movimiento; otros niños a los que el más mínimo roce o ruido les descentra o bien pueden causar en ellos unas reacciones de lucha o huida exageradas; otros niños pueden necesitar mucho tiempo en procesar las informaciones y pueden parecer aletargado. Es importante recordar que cada uno respondemos de distinta manera a un mismo estímulo. Además, cada vez se habla más de la ansiedad en personas con TEA como algo muy frecuente y además las dificultades para anticipar también tienen que ver con la capacidad para autorregularse.

Vamos a ver a continuación algunas estrategias para poder mejorar la autorregulación y por ende, la capacidad de atención y el aprendizaje de nuestro alumnado desde una óptica de procesamiento sensorial. Obviamente para trabajar autorregulación se necesitan otros tipos de técnicas de corte más cognitivas y conductuales, pero nos vamos a centrar en este post en el fomento de la participación a través del procesamiento sensorial, del movimiento y de las modificaciones ambientales.

¿Qué puedo hacer? Algunas ideas

El puesto de trabajo y el control de estímulos

El puesto de trabajo debe ser adecuado para facilitar que se produzca un adecuado proceso de enseñanza – aprendizaje. Cada alumno puede necesitar distintos puestos de trabajo por sus características. Además de las cuestiones ergonómicas, también debemos tener en cuenta los perfiles sensoriales de los niños. Tenemos muchas opciones para introducir distintos input sensoriales a través de los asientos. Además podemos incorporar elementos como cojines de aire o bandas de resistencia para que puedan tener más libertad de movimiento aún estando sentados. Algunos ejemplos serían:

  • Asiento con cojín con aire para poder dar patadas y/o hacer resistencia con los pies.

  • Pelota desinflada

  • Asiento en forma de huevo

  • Asiento en U

  • Asiento con soporte

Respecto al control de estímulos, debemos ser conscientes de cómo ciertos inputs impactan en el desempeño de algunos alumnos. Si vemos que a un niño le molesta la luz, vamos a tratar de ponerlo lo más alejado posible de las ventanas o en un lugar donde las luces den lo menos directamente; si se distrae mucho porque todo a nivel visual le atrae, que se siente en la primera fila y en general, aunque esto vale para todos, intentar no tener muy recargada la decoración del aula. Si creemos que a un niño le molestan ciertos estímulos a nivel táctil, vamos a sentarlo lejos de los flujos de personas yendo y viniendo, por ejemplo, lejos del cubo donde van todos a sacar punta, mucho mejor al lado de la pared.

Actividades de movimiento y trabajo pesado

Todos los niños deben moverse, ya no por el rendimiento académico, sino por su salud mental y física. ¿Cómo podríamos fomentar que se produzcan actividades de movimiento?

  • Podemos recomendar ir al colegio andando, llegar al colegio antes para que puedan jugar un rato en el recreo, o incluso ya hay colegios en los que antes de subir a clase están haciendo algún tipo de actividad física para ayudar a tener una mejor rendimiento y que los alumnos se sientan mejor y estén más saludables.

  • Una buena idea son los descansos motores. Es decir, aprovechar entre asignatura y asignatura o tener fijados momentos a lo largo de la mañana en la cual vamos a hacer algunas actividades motoras.

  • ¿Qué actividades podríamos hacer?

  • Cada vez más se está usando el Yoga por sus múltiples beneficios. Al ser actividades de trabajo pesado puede ayudarnos a regularnos.

  • Hacer actividades con las sillas de clase: levantarnos y hacer estiramientos, saltar sobre el respaldo, hacer flexiones sobre la silla intentando mantener el peso sobre los brazos…

  • Poner un poco y de música y bailar.

  • Dar una carrera por el pasillo o hacer algún recado en el que haya que subir – bajar escaleras…

  • Jugar a andar como los animales.

  • Jugar a darnos abrazos de osos o masajes firmes con pelotas Bobath.

  • Jugar a algún juego sencillo como color-color, Simón dice…

  • Tener una cama elástica pequeña en clase para poder saltar.

  • Hay colegios que tienen rocódromos, un ratito de escalada puede ayudar a muchos estudiantes y si no, trepar por las espalderas.

Fidgets y cajas antiestrés

Un fidget es un objeto o un elemento que podemos introducir para que los niños puedan moverse y así estar mejor regulados mientras están en sus puestos de estudio. Así, van a lograr prestar mejor atención. Debemos por un lado seleccionar el mejor fidget para cada niño (puede que uno funcione estupendamente con un alumno y ser totalmente inadecuado para otro). Y tenemos que enseñarle a utilizarlo adecuadamente.

Hay muchos tipos de fidgets y casi cada día aparecen nuevas alternativas. Para explorar alternativas para usar con la boca, con la zona oral, podéis ver este artículo. Os enseño ejemplos de algunos para usar con las manos y con los pies:

Rincón sensorial tranquilo

Otra idea interesante puede ser fabricar un refugio sensorial, es decir, un espacio donde haya menos estimulación y donde un niño que comienza a sentir que está perdiendo el control pueda ir para intentar tranquilizarse y bajar su nivel de alerta. Estos espacios pueden fabricarse de múltiples formas y con distintos materiales: telas, mantas, cojines de distintos tamaños y texturas, pufs, tiendas de campaña u otras estructuras. La cuestión es que esté en un lugar lo más tranquilo posible, que sea cómodo para el niño y debe contener elementos tranquilizadores. Estos elementos en función del niño pueden ser: unos cascos, un mp3, unos cuentos, un diario para escribir, unos fidgets, unas pelota antiestrés o similares… y pueden-deben tener unos apoyos visuales relacionados con la regulación de su estado emocional (si os interesa podemos hablar de esto más adelante, escribidme un comentario si es así).

Anticipar y las transiciones

La anticipación es muy importante para muchos niños. Ya sea por cuestiones más relacionadas con las funciones ejecutivas (inflexibilidad) como por otras más relacionados con el procesamiento sensorial. Un ejemplo para esto segundo sería que si yo no tolero la comida triturada y se me anticipa que ese día en el comedor del colegio hay filetes con patatas, voy a estar más tranquila, porque algo que me molesta poderosamente no se va a producir. Si no lo sé, si nadie me dice que hay de comer, puede ser que cada día hasta que llegue la hora del comedor me empiece a subir el nivel de alerta llegando concluso a “estallar” por esa incertidumbre de no saber si van a intentar obligarme a comer eso que a día de hoy no tolero (si ese rechazo es cuestión o no de tratamiento habría que valorarlo, pero centraros la idea general del ejemplo). Por otro lado ¿a que a todos nos gusta estar informados de las cosas que van a pasar? ¿a que nos tranquiliza?.

El adulto

Como siempre, un adulto con una mirada positiva es una gran ayuda. Si anticipamos y explicamos las situaciones. Si presentamos tareas motivantes y manipulativas, ajustadas al nivel de desarrollo del alumnado. Si intentamos prevenir los problemas antes de que se produzcan y si se producen buscamos soluciones sin perder los nervios. Si creemos en el potencial del niño. Si nos agachamos para comunicarnos con él, les hablamos poco y en positivo. Si logramos que el niño confíe en nosotros… ¡ya hemos dado un gran paso adelante y él también va a confiar en nosotros!

¡Hazlo divertido!

Siempre, siempre, siempre, los aprendizajes han de ser divertidos y funcionales. Hay niños en este país aburridos de fichas y de estar sentados entre cuatro paredes. Sin motivación, sin emoción, no hay aprendizaje. Podemos hacer tareas colaborativas, en el exterior, manipulativas, funcionales… la red está llena de ideas para hacer las asignaturas divertidas. ¡Vamos a partir de los centros de interés de los niños! ¿A que todos trabajamos mejor cuando estamos a gusto y nos divierte lo que estamos haciendo?

Fuente:

Artículo extraído del portal www.autismodiario.org

Escrito por Sabina Barrios Fernández


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