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La tutora para niños con autismo


Con alguna frecuencia escuchamos decir que un niño con autismo fue admitido en la escuela regular u ordinaria, pero condicionado a disponer del acompañamiento de una Tutora. Diversos términos se han utilizado para denominar a este apoyo profesional: Shadow Teacher, Asistente o Auxiliar Terapéutico (Pedagógico), Asistente Educativo, Maestra de Apoyo, etc. En general denota el requerimiento de parte de la institución educativa de una ayuda específica y particular para el niño con autismo dentro del aula. El concepto de maestra sombra está realmente más asociado al modelo de escuela que a las necesidades educativas.

El concepto de tutora para niños con autismo se asocia en América Latina con un recurso que la familia del niño debe asumir para que su hijo pueda asistir a una escuela regular. Esto no pasa siempre, ni en todas partes, no podemos generalizar, pero sí es una situación muy habitual. Sin embargo, hay países donde se ha convertido en casi obligatorio, una especie de impuesto o gravamen (que debe asumir la familia) a la educación del niño con autismo.

Pero ¿Qué es y qué hace realmente una tutora para niños con autismo?

La tutora en estos casos es un apoyo educativo, es un recurso psicopedagógico que se aplica en circunstancias muy especiales cuando se observan dificultades que no resultan fácilmente abordables con los recursos ordinarios de la clase y tampoco con el apoyo del aula-recurso u otros recursos disponibles en la institución escolar.

Muchos niños con autismo han tenido una buena experiencia y progresos al trabajar con tutora, lamentablemente no es algo que podamos generalizar y decir que todos se verán beneficiados. Algunas cuestiones deben preverse antes de emplear este recurso que, sin duda, puede ser necesario en algunos pocos casos en los que determinados aspectos del niño, el aula, o -principalmente- la escuela lo demandan.

La escuela es un ambiente que puede resultar confuso y sobrecargado de estímulos para niños con autismo, de manera que contar con apoyos resulta imprescindible durante el proceso de integración a la Comunidad Educativa, estos apoyos serán puntuales o permanentes, siempre en función de las características del alumno.

El apoyo de tutora debe solicitarse cuando el equipo a cargo del tratamiento del niño con autismo (padres, maestros y profesionales de la salud) consideren que es un recurso necesario y que han sido puestos en funcionamiento mecanismos de apoyo en la escuela, pero estos no resultan satisfacer plenamente las necesidades específicas del estudiante.

Es importante evitar solicitar este apoyo sin antes haber evaluado el desempeño del niño sin el mismo y haber acondicionado el aula para recibirle: agendas visuales, horarios, señalización, rutinas claras y bien establecidas, apoyo al maestro titular y a los compañeros, seguimiento por el departamento de psicopedagogía y orientación del colegio, etc. Y también es importante evitar el peligro de solicitar el apoyo de la tutora como una rutina (algo que se está dando en muchas instituciones educativas privadas).

La tutora puede adoptar diversos papeles:

  • Asistente educativo (su papel real)

  • Niñera (tergiversación de su papel)

  • Canal de contacto del niño con autismo con el resto de la Comunidad Educativa (inicialmente puede ser de ayuda, si lo sigue haciendo de forma permanente se convierte en un problema).

  • Fuente de información exclusiva para los padres (peligro serio)

Papel como asistente educativo (su función real)

Si se decide contar con el apoyo de la tutora es importante considerarle parte fundamental del equipo terapéutico. De hecho, pasará con el niño más tiempo que los padres mismos dependiendo del horario escolar, es decir que la responsabilidad que asume es muy grande y seria.

Requiere tener entrenamiento específico:

  • Preparación pedagógica

  • Preparación psicológica y con buen nivel de conocimiento sobre los Trastornos del Espectro del Autismo

  • Hábil para el seguimiento de instrucciones

  • Creativa e implementadora de acciones

  • Observadora y acostumbrada a llevar registros

  • Comunicativa

  • Con entrenamiento para la solución de contingencias e implementación de acciones o maniobras de contención

  • Respeta sus límites

  • Respeta el orden jerárquico de la escuela

Resulta importante evitar contratar a personas sin preparación específica porque pueden tener muy buena voluntad, pero no ser capaces de cumplir con el papel a cabalidad y terminar haciendo daño o creando dificultades que no existían. Muchas veces se accede a esa función o empleo porque no se ha tenido la oportunidad de tener otro, es mejor buscar el apoyo de personas que han recibido el entrenamiento específico para desempeñar este papel y han tenido experiencias supervisadas que avalan su trabajo.

Dentro del salón de clases debe moverse como un auxiliar del aula y, en la medida de lo posible, resaltar como apoyo específico del niño que requiere su apoyo específico, es decir actuar de la forma más disimulada que las circunstancias lo permitan. Esto evitará convertir la diada niño-tutora en una forma de exclusión dentro del aula misma. El niño también se sentirá más cómodo si ve que recibe trato similar al de sus compañeros de salón. Esto no implica que esté pendiente y presta a apoyar de manera inmediata cuando la necesidad surge.

Aspectos que debe cuidar

El límite entre lo que corresponde hacer y lo que no se debe hacer es, muchas veces, muy sutil. Es por ello que resulta importante monitorizar y evaluar con periodicidad las actividades que desarrolla la tutora.

Es importante que sea parte del personal del Centro Escolar:

  • Resulta conveniente que sea la propia institución educativa quien contrate a la tutora y se evite el vínculo laboral con los padres.

  • El considerarse contratada por los padres podría convertirle en informante personal y exclusivo de los mismos, como un agente dentro del salón de clases que traslada información preferencial.

  • La dinámica escolar y sus problemas solamente se entienden a plenitud estando dentro de la escuela. Muchos factores del entorno, precipitantes, etc. pueden no ser conocidos por los padres y profesionales, esto conduciría a interpretaciones erróneas de los datos que se disponen. Recibir información parcial no es conveniente en ningún caso porque es parcialmente real y parcialmente no real (incluso mentira). Elaborar conclusiones a partir de ello no es benéfico para ninguna de las partes.

  • La información del colegio debe recibirse por los mismos canales que la reciben los demás padres de familia. Al final lo que queremos es la inclusión plena de nuestros hijos a la Comunidad Educativa y evitar cualquier tipo de segregación o exclusión.

Debe respetar el orden jerárquico:

  • La autoridad dentro del aula es el titular de la asignatura que se imparte o el docente titular del grado.

  • La maestra sombra es un apoyo dentro del salón de clases. Alguien que realiza acciones favorables a un estudiante en particular pero que busca mantenerle integrado dentro de la dinámica propia de su salón o de la actividad que se está realizando.

Evitar convertirse en un obstáculo para la interacción del niño con sus compañeros:

  • Acompaña, vigila y facilita la interacción del niño con TEA con sus compañeros de clase, pero no tiene como función ser compañera de juego del niño al que apoya.

  • Es importante que facilite todas las oportunidades posibles de interacción social con niños de su edad tanto en las actividades académicas como en los tiempos de receso.

  • En este sentido, resulta vital comprender el papel de facilitadora.

¿Y cuál es realmente la función que deseamos que haga la tutora?

En teoría se supone que el rol o papel principal que deseamos que realice la tutora debe basarse en los siguientes aspectos:

  • Potenciar aspectos cognitivos, sociales, emocionales y de autocuidado.

  • Fomentar la capacidad académica del alumno a través de la adaptación de materiales, adecuación metodológica del modelo educativo, refuerzo y promoción de la comunicación funcional y apoyo.

  • Coordinar junto con el equipo docente y de orientación psicoeducativa el programa curricular del alumno, así como las adaptaciones curriculares que sean necesarias en función del perfil del niño.

  • Mejorar la calidad de la comunicación del niño.

  • Potenciar y desarrollar las habilidades sociales del niño.

  • Informar y orientar a la familia y equipo terapéutico externo del plan de trabajo, avances y extensión del trabajo a contextos naturales.

Este perfil obliga a una muy alta preparación académica, a una larga preparación de prácticas guiadas y una elevada especialización de la profesional, cuando en realidad, su rol como asistente educativa estaría muy por debajo de este nivel de exigencia. Este aspecto es importante destacarlo de forma sostenida, ya que vemos muchas veces que, en la realidad, se convierten en una especie de niñeras más ocupadas en resolver los problemas de control de esfínteres del niño o sus problemas conductuales, que realmente ser un apoyo pedagógico y/o terapéutico.

En España, por poner un ejemplo, el rol que aquí se describe para la tutora, desde la visión profesional y más técnica, lo desempeñan tres perfiles profesionales diferentes: las profesoras especialistas en Pedagogía Terapéutica, profesoras especialistas en Audición y Lenguaje, y las Auxiliares Técnicos Educativos. Esto significa que la maestra sombra debe tener una capacitación de alto nivel, cosa harto difícil que se dé.

Por tanto, o bien la exigencia -sobre el papel- a la tutora es muy alta y requiere de un perfil profesional de altísimo nivel, o lo que realmente se demanda es simplemente una cuidadora. Hemos de ser muy claros a la hora de definir las responsabilidades reales y asumibles de la maestra sombra, ya que finalmente, parece que el perfil profesional, o lo que se espera de la tutora, acaba más ligado a los intereses del colegio que a las necesidades reales del niño o niña.

Por tanto, la función real de la tutora varía en función de los intereses que en cada caso el centro educativo ponga sobre la mesa. Esto es en sí un problema tremendo, en primer lugar, porque el perfil profesional, tal y como se la describe en sus funciones, de la tutora es muy elevado, esto debería convertir a la tutora en la responsable máxima de todo lo relacionado con las necesidades educativas especiales del centro escolar, ya que esa capacitación debería ponerla a ese nivel. Pero la realidad nos dice que, en muchos casos, la tutora no es más que una figura de acompañamiento del niño que, en la mayoría de las ocasiones, actúa a modo de contención del alumno con autismo, para que éste no “interfiera” ni “perjudique” al normal desarrollo de la clase, es decir, se encarga de invisibilizar al niño y a sus necesidades educativas reales.

Es decir, que sobre el papel la función de la maestra sombra es exagerada según la definición, el problema es que si solo la constreñimos a una asistente educativa (Que es lo que entendemos debe ser su papel), debe tener un apoyo por parte de un equipo especializado que la oriente y supervise su trabajo diario (Que normalmente tampoco existe), con lo cual, acabamos nuevamente en que la función real de la maestra sombra, cuando no se dan las condiciones adecuadas de apoyo de equipo profesional y supervisión técnica, es de una simple cuidadora o invisibilizadora del niño.

¿Entonces, es una buena o mala idea la maestra sombra?

Bien, desde la visión de una educación de calidad, adaptada a las necesidades de los alumnos, en un modelo educativo inclusivo y de alta calidad, el concepto de maestra sombra no se contempla, se convierte en una figura que se diluye entre otros perfiles profesionales. Es decir, ni siquiera es una mala idea, es que es una figura innecesaria.

Ahora bien, teniendo en cuenta que la gran mayoría de colegios a los que podemos acceder no se acercan ni de lejos a ese modelo educativo tan estupendo, inclusivo, abierto, moderno, …, pues habrá que trabajar con la realidad y ver si en el modelo general de escuela el encaje de la maestra sombra es adecuado o no. Pero antes de eso entendamos el por qué muchas escuelas obligan a que el niño venga con su “asistente personal” al colegio.

En primer lugar, esa visión de la tutora como cuidadora de un cuerpo y contenedora de sus conductas, se aleja de cualquier cosa que se llame educación, y lo único que genera es que el niño permanezca en un determinado entorno sin sacar provecho del mismo.

Y, en segundo lugar, la escuela quiere esa figura porque su visión del niño con autismo implica tener un problema y no un alumno, y, ¡hagamos de abogado de diablo!, no les falta razón. Imaginen a un niño de 3 años, que no tiene control de esfínteres, que no tiene comunicación, que presenta conductas disruptivas continuadas, un niño que -en suma- está totalmente desregulado, y lo metemos en un aula con una maestra de infantil y otros 30 o 40 o incluso 50 niños más. Y ahora pretendemos que la maestra consiga lo que ni la madre ni el padre del niño han conseguido, con la diferencia que los padres solo lo tratan a él y la maestra tiene otros 30 o 40 o 50 niños más. Seamos honestos, es una exigencia injusta a la maestra y además cuasi imposible. El niño, que no ha recibido atención temprana, a quien no se le han trabajado los aspectos del desorden sensorial, que tiene un problema de motricidad, de comunicación, de conducta, …, pretendemos “curarlo” de todo por el mero hecho de asistir a un aula de una escuela de infantil.

Al inicio de este artículo se afirmaba que la escuela es un ambiente que puede resultar confuso y sobrecargado de estímulos para niños con autismo. Bien, pues quizá debemos dar al niño la atención que necesita, y -de momento- los colegios no son centros de atención temprana con capacidad de dar terapia de integración sensorial ni regulación y tampoco son -de momento- especialistas en comunicación y lenguaje para niños con autismo. Pero todo eso, que requiere de un equipo profesional, queremos que lo resuelva la maestra de infantil, y, además, mientras atiende a los otros 30 o 40 o 50 niños que asisten a su aula ¿Entienden ahora por qué muchos colegios exigen que el niño traiga su propia “niñera”?

Pero ahora depuremos un poco más las responsabilidades ¿Debería el colegio dar un informe profesional a la familia para decirle que su hijo requiere atención temprana profesional antes de poder acudir a la escuela? ¿Qué derecho prevalece, el de la salud del niño, o el de la educación? ¿Puede negarse un colegio a atender a un niño por el hecho de tener autismo y no haber recibido la atención temprana que merece por ley? ¿Deben los padres del niño sacarse líos y preocupaciones de encima lanzando el 100% de la responsabilidad al colegio? Hay muchas preguntas más que podemos añadir y que deberían realizarse previo a empezar el discurso sobre la idoneidad o no de una maestra sombra. Pero sobre todo, habría que preguntarse ¿por qué es tan difícil encontrar un colegio que ponga todo de su parte?

Y ahora, sigamos en nuestro ejercicio de imaginación, pensemos en un niño que sí recibió esa atención temprana, pero que, a pesar de todo, tiene unas necesidades específicas en el aula para su correcto desempeño académico ¿En este caso, sería una buena idea tener una tutora? Pues volvemos nuevamente al inicio de este texto, depende del modelo de escuela.

En primer lugar, un niño en un aula regular asistido por una tutora no es un niño en inclusión educativa, es más, podemos incluso pensar que la propia figura de la tutora puede resultar una figura segregadora, del niño que asiste a clase con guardaespaldas. Porque en muchas ocasiones el papel de la tutora parece ser -también- la cuidadora a ultranza de un niño de cristal, que no puede apenas participar de las actividades cotidianas, no sea que se haga daño, de forma que se evita que el propio niño participe de muchas actividades en las que, pues sí, es posible que se haga daño, y es que hacerse daño también es aprendizaje, los niños al jugar se pueden hacer daño, o incluso un niño puede pegar a otro sin que esto implique una agresión horrible, porque los niños entre ellos se pegan, y eso también es aprendizaje. Como nota para los lectores con incapacidad para inferir significados, y que tengan literalidad absoluta, esto no implica que la agresión y el daño sea algo bueno per se, sino que, en la vida, los niños en algún momento se pueden causar un daño físico, a pesar de ser diligentes en su cuidado y vigilancia, y del mismo modo, un niño puede pegarle a otro, sin por ello estar viviendo una situación de violencia, y estas situaciones también generan un aprendizaje en el niño, si pego al otro igual el otro me pega a mí, ok, mejor no pego.

Bien, hemos visto que hay muchas cuestiones que tienen realmente que ver con el modelo de escuela y no con las necesidades educativas del niño las que realmente hacen mover el fiel de la balanza sobre la idoneidad o no de la tutora. Hemos visto que en un modelo de calidad educativa, la maestra sombra es una figura innecesaria, por tanto, la existencia o exigencia de la maestra sombra es por tanto un signo evidente de que el centro escolar es malo y no contiende con la atención a la diversidad.

¿Puede el colegio obligar a la familia a poner y pagar una tutora?

Pues realmente no, salvo que la familia desee que su hijo asista a ese colegio en particular, el cual pone unas condiciones determinadas -y caras- para permitir que el niño deambule por sus instalaciones.

Además hay que contender con tres aspectos distintos: Escuela Pública; Escuela Privada; Marco Legal. El marco legal es normal que proteja el derecho a la educación del niño, así como la obligatoriedad de la asistencia del niño a la escuela, y si es obligatorio asistir a la escuela, pues el Estado debe ofrecer una plaza al alumno sin poner ningún impedimento ni costo asociado, ya que, de lo contrario, iría contra los derechos fundamentales del niño. La Escuela Pública, por tanto, está obligada a aceptar al niño con autismo, aunque no les apetezca nada al equipo del colegio. La escuela privada dependerá de cómo es el marco legal de cada país y de lo garantista que sea, aunque si una escuela privada se niega a atender a un niño con autismo, pues francamente, no puede ser una buena escuela, ya que si la propia institución promueve la segregación por discapacidad de un ciudadano, será difícil que puedan dar una buena calidad educativa en valores, solidaridad y democracia a ningún niño.

Por tanto, solo quien desee pagar pagará. Aunque claro, el papel lo aguanta todo, ¿y qué pasa si la oferta de escuela pública es poco atractiva? Y si todos los colegios privados me exigen la figura de la tutora, en un caso así ¿Qué puedo hacer? Porque esta es otra realidad con la que debemos de contender. Y es que en muchas ocasiones la familia debe resolver en periodos cortos de tiempo la respuesta educativa del niño.

Pues no hay respuestas simples, al final, lo ideal es intentar conseguir que el colegio disponga de la mayor cantidad posible de recursos para la atención educativa a alumnos con necesidades educativas especiales, y si al final no queda más remedio, deberemos buscar a una persona que pueda acreditar sus conocimientos, pero además, y esto es bastante importante, tiene que “caerle bien” al niño, ya que nunca enseñarás nada útil a un niño con autismo al que no le caigas bien. Y nueva aclaración para lectores con incapacidad para inferir significados, y que tengan literalidad absoluta. Caer bien implica que pueda haber una buena relación entre dos personas, incluso cuando esta relación no tiene aspectos de lenguaje verbal, es decir, que entre la maestra sombra y el niño se establezca un vínculo afectivo adecuado.

¿Entonces si el niño tiene tutora está en modalidad inclusiva?

Pues no, ya que el concepto de escuela inclusiva no contempla que el alumno tenga una tutora, sino que el colegio dote los recursos educativos necesarios para el correcto desarrollo curricular, académico y social de todos los alumnos, prestando énfasis en las necesidades del alumno para que sea el entorno el que se adapte al niño y no al revés.

Es decir, si un niño asiste a una escuela regular con una tutora, pues no está en modalidad de inclusión, si acaso en integración, aunque finalmente, si el desempeño del niño no “da la talla” frente a la exigencia del colegio, si la tutora no es buena, y si empieza a tener desfase curricular, el niño estará en la modalidad de incrustación educativa, es decir, que se le incrustó en un aula obviando las necesidades del niño y anteponiendo por tanto los requerimientos del colegio. Siempre que se anteponen los principios del centro a las necesidades de un alumno, estamos pues ante un signo más de mala calidad educativa, ya no son alumnos, son clientes, y además en los colegios que tienen clientes, el cliente NUNCA tiene razón.

Vale, todo esto es muy interesante, pero en mi ciudad no hay nada de todo lo que aquí refieren, y la escuela pública no es que sea mala, es que es muy mala, y solo tengo la opción de la escuela privada, y en todas me obligan a que mi hijo asista con tutora o no lo aceptan, ¿qué hago ante una situación así? Bien, no podemos dar todas las repuestas, pero la situación que aquí se expone no es infrecuente, es por tanto una decisión que se debe tomar desde la reflexión y buscando la salida mas adecuada para el niño, quien es la prioridad familiar como es obvio.

Hay un problema real y de difícil solución en la escolarización de los niños con autismo, indistintamente de su necesidad de apoyos, sean estos elevados o leves, pero es importante que las familias se agrupen para poder realizar reclamaciones en grupo ante las administraciones educativas, o bien realizar acciones legales, es cierto que esta es una vía que funciona, pero no en 48 horas, son vías de acción que requieren de tiempo, y los niños no pueden perder ese valioso tiempo. Hay familias que directamente han optado por la educación en casa, ya que el costo era el mismo que el de la maestra sombra, también es una modalidad que bien hecha puede dar buenos resultados. Otras familias se han puesto firmes y han exigido esos derechos de manera inmediata, y también hay casos donde esto da buenos resultados. Realmente no hay una única solución que de resultados en el corto plazo, aunque en el medio o largo la acción conjunta es la más eficaz, el problema es que llevar a cabo acciones conjuntas implica hacer algo que a los latinos se nos hace dificilísimo, por no decir casi imposible, y es ponernos de acuerdo entre nosotros, eso sin contar que una vez nos ponemos de acuerdo, todos quieren ser la voz cantante, en fin, cosas de nuestra particular forma de ser, ya saben, estamos como estamos porque somos como somos.

Conclusiones

A modo de cierre, ya que este es un asunto que genera muchas discusiones y problemas en lo relacionado a la educación. Empezando por el propio nombre de tutora, quizá es más adecuado usar términos como auxiliar educativo, o maestra de apoyo, ya que se supone que esa debe ser su función.

Durante mucho tiempo se ha visto al alumno con autismo como un sujeto dependiente, y por tanto se han diseñado infinidad de modelos de mediación educativa, es decir, de personas que “median” entre el niño y su entorno escolar. Una especie de traductor instantáneo, es como si el niño fuera un alien de un planeta lejano y llega con su asistente personas, su propio C-3PO, y se nos olvida que debemos evaluar las necesidades de apoyo de cada alumno de forma individual, sin contender siempre con lo que nosotros pensamos que no puede, y además damos por supuesto que nosotros (El entorno) no vamos a esforzarnos en absoluto, y por eso debe haber un mediador entre las partes, la del niño incapaz y la del entorno indolente, ya de paso, le damos el aprobado al mediador.

Es obvio que inventamos el modelo de tutora porque no hemos sabido (querido) desarrollar un modelo de escuela eficiente, eficaz y capaz de contender con las necesidades de los alumnos, que seamos claros, no es algo fácil y nuestros gobiernos no ayudan demasiado. Pero cuando no hay nada, cualquier cosa es mejor que nada, así que podemos intentar hacer de la desgracia virtud, y si hemos de requerir el uso de una maestra sombra, deberemos conseguir la mayor cooperación del colegio y, sobre todo, entender que es una figura profesional que debe trabajar en un entorno no siempre fácil.

Si usted es el dueño de un colegio, pues debe saber que disponer de especialistas en su colegio es una apuesta por una educación de calidad para todos, usar especialistas para trabajar las habilidades sociales, la educación emocional, el respeto a la diversidad, incluso, formar a sus alumnos como un recurso educativo más (siempre desde la visión de la solidaridad al compañero) es también una gran apuesta educativa.

Aunque como hemos visto a lo largo de este artículo, la exigencia de una tutora es síntoma de mala calidad de un colegio y es opuesto al concepto de educación inclusiva, también hemos de ser conscientes de que en sistemas educativos que tienen un déficit de calidad sistémico, quizá sea esta figura la única alternativa a la educación del niño con autismo.

Fuente:

Artículo extraído del portal web www.autismodiario.org

Escrito por Carlos E. Orellana y Daniel Comín

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